viernes, 15 de diciembre de 2006

EL TANGO


EL TANGO

Introducción
Tango, forma musical, bailable y cantable, con cuatro pies rítmicos distribuidos en dos tiempos. Prosperó en el Río de la Plata desde el último tercio del siglo XIX, en particular en la ciudad de Buenos Aires. El mismo término designa una forma del cante flamenco y, en Andalucía, en la segunda mitad del siglo XIX, a la habanera.
Origen de la música tango

La música del tango tiene un origen no muy claro. Según estudios que no cuentan con numerosa documentación, desciende de la habanera y se interpretaba por los prostíbulos de Buenos Aires y Montevideo, en las dos últimas décadas del siglo XIX, con violín, flauta y guitarra. el bandoneón, que actualmente caracteriza el tango, llegó hasta la región de Río de la Plata hacia 1900, en las valijas de inmigrantes de alemanes. No existen muchas partituras de la época, porque los músicos de tango no sabían escribir la música y probablemente interpretaban sobre la base de melodías existentes, tanto de habaneras como de polkas.

Al tango se le conoce como música de dos por cuatro (2/4). Pero en realidad la mayoría de los tangos –tanto los de la guardia vieja (de antes de 1935) como los tangos posteriores- están en compás de cuatro por cuatro (4/4).

A este género, música y danza prostibularios se les aplicó (aproximadamente en la segunda mitad del siglo (XIX) el nombre despectivo “tangó” quizás porque en su carácter reservado y secreto se parecía a las reuniones donde los negros (que por entonces formaban un buen porcentaje de la población de Buenos Aires, y que representan una influencia fundacional de la cultura montevideana) se juntaban a tocar y bailar su música. Tangó: golpe de tambor en el candombe uruguayo, principal corriente musical junto con el tango.

La música del tango

Los más antiguos compositores e interpretes de tango que se conocen aparecieron en las dos primeras décadas del siglo XX. En el Museo de la Partitura Histórica se encuentra el primer tango registrado como tal, La Canguela, de 1889. El primer tnago con autor conocido es El entrerriano, de Rosendo Mendizábal, publicado en 1898. Ángel Villoldo, Roberto Firpo y Francisco Canaro fueron famosos y populares autores e intérpretes de tango.
En aquellos años, en los que los hijos de las familias ricas llevan a París el tango que habían aprendido en su frecuentación de los lupanares, comienza una nueva era para el género, con el aporte de músicos mejor preparados y la incorporación de letras evocativas del paisaje del suburbio, de la infancia y de amores contrariados.

Carlos Gardel es el mejor y el más recordado cantante del tango de los años veinte y treinta. Muchos de los temas que interpretaba los compuso él mismo y encargó sus letras a su inseparable compañero Alfredo Le Pera.
Músicos como Pascual Contursi, Juan Carlos Cobián, Julio De Caro, Osvaldo Fresedo, cantantes como Ignacio Corsini, Sofía Cozán, Rosa Quiroga, Agustín Magaldi, integraron lo que se conoció como la “nueva guardia” del tango en aquella época.

La del cuarenta fue una década dorada para el género, que se interpretaba ya en locales nocturnos de lujo, cuyos ambientes alimentaron a su vez a los letristas, que en sus versos contraponían el lujurioso cabaret y los desbordes de la vida nocturno a la infancia en el arrabal, paisaje éste que adquirió entonces ribetes míticos de paraíso perdido.
Grandes orquestas, como las de Osvaldo Pugliese, Aníbal Troilo, Carlos Di Sarli, Horacio Salgán, actuaban a la vez en los cabarés del centro y en salones barriales, y , con ello, creció enormemente la industria discográfica en Argentina. Letristas de gran vuelo –Enrique Santos Discépolo, Homero Manzi, Enrique Cadícamo, Cátulo Castillo- dieron al tango composiciones inolvidables, signadas por la amarga crítica de costumbres (Discépolo), el matiz elegíaco y las metáforas inspiradas en grandes poetas (Manzi, Castillo), la recurrente pintura de ambientes sofisticados con resonancias del poeta modernista Rubén Darío (Cadícamo). Notables cantantes de la época fueron el Polaco Goyoneche, Ángel Vargas y Edmundo Rivero.

A partir de los cincuenta y sesenta, surge un tango “de vanguardia”.

En 1948 Mariano Mores forma su propio grupo y ese mismo año debuta en la sala del teatro presidente Alvear, al frente de una gran orquesta.
Otra figura muy notable es Ástor Piazzolla: influido por músicos como Igor Stravinski y Béla Bártok, Piazzolla introduce armonías disonantes y bases rítmicas intensas y nerviosas en un género cuyos cultores tradicionales se abroquelaron para criticar esas innovaciones, finalmente aceptadas. Mucho de los músicos del tango posteriores siguen la senda piazzolliana, sin olvidar a grandes músicos anteriores, principalmente Troilo y Pugliese. Y a un virtuoso incomparable, Salgán.

Desde hace pocos años (comenzando precisamente a partir de determinados períodos de la obra de Ástro Piazzolla) se observa que el fenómeno de aculturación mundial que deriva en fusiones musicales entre lenguajes, si bien de origen geográfico cierto, considerados como universalmente difundidos (jazz, rock, música electrónica) y músicas étnicas o locales, también ha llegado al tango. Se trata de fusiones del tango con el jazz, el rock y la electrónica, siendo esta última la más difundida, con ejemplos tales como Bajofondo Tango Club, Tanghetto o Gotan Project. Entre aquellos que fusionan con el jazz, podemos encontrar a Adrián laies, el contrabajista Pablo Aslan, o al saxofonista Miguel De Caro, entre otros. Además existen diversas orquestas en su mayoría conformadas por jóvenes músicos que pretenden rescatar y reinterpretas con nuevos códigos los tangos clásicos, entre ellas se destaca la Orquesta Típica Fernández Fierro.

El origen de la palabraEntre los muchos misterios que encierra el tango, el primero es el de su propia denominación. La voz tango se encuentra en las culturas africana, hispánica y colonial. Según algunas teorías, tango derivaría de tang, que en una de las lenguas habladas en el continente negro significa palpar, tocar y acercarse. Entre los bantúes, además, hay dos idiomas que se denominan tanga y tangui. Y entre las lenguas sudanoguineanas Figura la tangalé. Curiosamente, el contenido hispánico de la palabra se acerca a la africana tang. Tango en castellano es considerada una voz derivada de tangir, que en español antiguo equivale a tañer, y de tangere, o sea, tocar en latín.
En la colonia, a su vez, tango era la denominación que los negros daban a sus parches de percusión. Ellos la pronunciaban como palabra aguda: tangó. Y tangó eran también los bailes que organizaban los africanos llegados a la fuerza al río de la Plata. En esas reuniones se creaban tales desórdenes que los montevideanos ricos, y autoconsiderados respetables, llegaron a pedir al virrey Francisco Javier Elío que prohibiese "los tangos de los negros". La acepción hondureña que brinda el diccionario, referida a una especie de tambor que fabrican los indígenas, parece acercarse al sentido africano de la palabra. Es difícil saber si se trata de una casualidad o de una trasculturacion.
Solo como curiosidad, porque en principio no tienen vinculación con el origen del tango rioplatense, cabe mencionar que una región de Japón se llama Tango, al igual que una fiesta infantil de ese país, y que antiguamente en Brasil tango era sinónimo de samba.
Una música mal vistaEn el último tercio del siglo XIX, el tango rioplatense prosperó en lugares de mala nota, bailes de soldados, cafetines de suburbios y prostíbulos. Los primeros tangos carecían de autores, a veces eran meras recopilaciones de melodías folclóricas que se tocaban con ritmos casuales y a las que se solía agregar letrillas procaces. Algunas de estas piezas fueron recopiladas tardíamente por músicos como Julián Aguirre y Carlos Vega. El primer tango con autor conocido es "El entrerriano", de Rosendo Mendizábal, estrenado en 1896 e impreso en 1898.Lo más reprensible del tango primitivo, aparte de su origen barriobajero, era su coreografía de parejas agarradas que entrelazaban las piernas con movimientos de la mitad inferior del cuerpo, considerados obscenos por evocar la relación sexual. Debido a ello se tocaba en revistas y espectáculos musicales desprovisto de letras ofensivas y de pasos de baile.Las primitivas orquestas de tango eran pequeñas (tríos, cuartetos) y de composición inestable. Generalmente estaban formadas por instrumentos fáciles de transportar, entre ellos el bandoneón, un pequeño órgano portátil de origen alemán. Entre los músicos que integraban estas primeras agrupaciones figuraban los que se denominaron más tarde Guardia Vieja: Genaro Sposito, Ángel Villoldo, Juan Maglio y los dos más importantes: Roberto Firpo y Francisco Canaro.
El tango clásicoA comienzos de la década de 1910, el tango se puso de moda en París y, como consecuencia de ello, en el resto de Europa y en Estados Unidos. En Buenos Aires se olvidó su mala fama y se aceptó en los salones de la alta sociedad y en los cabarés de lujo. Esto permitió contar con orquestas estables, normalmente sextetos, de composición fija: bandoneones, violines, piano y contrabajo.Músicos de mejor preparación profesional y compositores más refinados en cuanto a la armonía y la melodía reformaron y modernizaron el tango, creando la llamada Guardia Nueva. Entre ellos: Juan Carlos Cobián, Enrique Delfino, Julio De Caro, Osvaldo Fresedo y Elvino Vardaro.Asimismo, la posibilidad de cantar en los teatros y, más tarde, en la radio, así como la fabricación de discos de gramófono, favorecieron la aparición de cantantes de tangos, el más famoso de los cuales fue Carlos Gardel. Otros nombres importantes del canto son Mercedes Simone, Ada Falcón, Sofía Bozán, Tita Merello, Rosita Quiroga, Azucena Maizani, Ignacio Corsini, Agustín Magaldi y Alberto Gómez. Para satisfacer esta demanda de tango cantado se estableció la figura del letrista, que compone los textos a cantar. Los más acreditados son Enrique Santos Discépolo, Homero Manzi, Enrique Cadicamo, Pascual Contursi y Francisco García Jiménez. Estas letras mezclan diversas fuentes, entre ellas la poesía en léxico lunfardo (la germanía de Buenos Aires) y los recursos retóricos del modernismo.
El tango de conciertoLa fama del tango entre 1913 y 1939 (vísperas de las dos guerras mundiales) que acreditan escritores como Jean Cocteau y Francis Scott Fitzgerald, entre otros muchos, interesó a diversos compositores de la época, que se valieron de él para sus partituras. Entre ellos podemos citar a Ígor Stravinski, Ernst Krenek, Morton Gould, Kurt Weill y Jacinto Guerrero.En tanto, en su lugar de origen, el tango sigue su desarrollo cada vez más sofisticado y modernizador, apareciendo la generación de 1940 que actualiza su música y su literatura. Entre los compositores y directores de esa época destacan Osvaldo Pugliese y Carlos Di Sarli (que habían comenzado en la década de 1920), Aníbal Troilo, Horacio Salgan y Alfredo Gobbi. Entre los letristas: Homero Expósito y José María Contursi. Las orquestas promueven a cantantes de estribillos que luego llegarán a ser acreditados solistas, como Francisco Fiorentino, Edmundo Rivero y Roberto Goyeneche.A mediados de la década de 1950 surgió un movimiento de vanguardia en la trayectoria del tango, cuyo representante más notorio es Ástor Piazzola. Iniciado en esta música en su niñez, tuvo una orquesta típica propia a mediados de la década de 1940 y luego estudió música en Argentina y Europa. De regreso a su tierra, ensayó diversas formaciones, desde el quinteto y el octeto hasta la gran orquesta. Piazzola introduce en el tango modernas armonías disonantes, ritmos no tradicionales, la improvisación propia del jazz y el uso del contratiempo. Entre los grandes músicos contemporáneos que le han influido cabe recordar al citado Stravinski y al húngaro Béla Bartók.
Las letras del tangoLas más características datan de las décadas de 1920 y 1930. De ellas se desprende la visión de una sociedad tradicional basada en la familia, que siempre está centrada en la figura de la madre y se ve acechada por los peligros que corren los jóvenes: la corrupción que el cabaré propone a las mujeres y el juego y la disolución a los varones.Las letras clásicas de tango evocan los barrios humildes y decentes de Buenos Aires, donde viven gentes sencillas que exaltan las pequeñas virtudes de la modestia y la austeridad. El mundo social que rodea a estos barrios es visto con notorio fatalismo y apuntes de crítica jocosa de las costumbres de las clases adineradas.

..Uno de los puntos que nos ha llamado más la atención ha sido el papel del hombre y de la mujer en el tango, aquí los exponemos a continuación:
El tango es cosa de hombres
La hipótesis de que la coreografía tanguera nació como burla al candombe negro encuentra asidero en su propia evolución.
Todos los testimonios coinciden en que las filigranas de un tango comenzaron a bordarse de forma individual. El compadrito, en una esquina, demostraba a sus amigos, o a la mujer que quería conquistar, sus habilidades para el corte y la quebrada. Es la creación de un solitario que exhibe orgulloso algo que no existía.
Posteriormente, el tango fue bailado entre hombres solamente, aunque este hecho escandalice a Vidart, que lo niega con dureza.
"Es mentira, es error, es novelería de intelectuales friolentos que recién descubren el tango y se quieren calentar la sangre con su rescoldo, decir que el tango fue bailado por hombres solos en su comienzo. El baile en parejas de hombre y mujer es un simulacro de acoplamiento en las sociedades primitivas y lo sigue siendo hoy, a pesar de todas las fiorituras interpuestas por el salón entre la coreografía y el sexo. El tango como antes la milonga, y antes todavía la danza, se bailó siempre en pareja de macho y hembra. Cuando bailaban dos hombres juntos era para aprender pasos difíciles por sencillas razones pedagógicas. Y nada más. Buscar otras motivaciones seria tonto, si no grotesco.
Seguramente, éste es uno de los pocos casos en los que Vidart, que ha hecho extraordinarias aportes al estudio de la música popular, se equivoca. Porque aunque parezca absurdo, en tanto danza de parejas, el tango comenzó siendo bailado entre hombres. Ya Evaristo Carriego, el primer gran poeta de los barrios populares de Buenos Aires, lo testifica, alrededor de 1906, en su poema El alma del suburbio: En la calle la buena gente derrocha/ sus guarangos decires mas lisonjeros, /porque al compás de un tango que es "La morocha / lucen ágiles cortes dos orilleros.
Carriego no describe a un hombre y a una mujer bailando, sino a dos hombres. Las pruebas testimoniales y fotográficas de compadritos bailando son numerosas. León Benarós fundamenta esta realidad en el machismo imperante en los suburbios y en toda la sociedad de aquella época. "Absurdamente -escribe- es una pareja de varones la primera que se aviene a bailar el tango, en alguna esquina. El tango parecía solamente " Cosa de hombres". Indignaría atribuir al acto el más mínimo contenido homosexual. Se trata de una demostración de habilidad, de un lucimiento. Aun después, cuando el tango conquiste a la mujer para la danza,'ella' no será el ingrediente fundamental, el objetivo último, sino la danza en sí, la ostentación de saber bailar, el respeto casi litúrgico por aquello que se va haciendo, sin otra intención, sin lubricidad alguna. Sólo cuando el tango se 'nocturniza', cuando se hace materia de cabaret, se convierte, a veces, en pretexto para la ulterioridad amorosa.
Pero el verdadero criollo, el argentino, es pudoroso de su intimidad. Rechaza él ostentoso manoseo público, por respeto a sí mismo y a su compañera."
Benarós insiste en el tema y aporta otros testimonios. algunos de sus argumentos son de mucho peso. Por ejemplo, cuando afirma que la demostración de dos hombres bailando es aséptica, insospechable de segundas intenciones, porque "el tercer sexo apenas podría sobrevivir en un ambiente de crudo machismo como el de entonces. Aun cuando la mujer acepta el tango y se incorpora a su culto, las primeras bailarinas serían las chinas cuarteleras y las pupilas de los burdeles, el narcisismo del compadrito atenderá más al tango en sí que a su compañera de ocasión. Ni siquiera la importará demasiado que sea bonita, sino que baile bien, que lo acompañe en la demostración con inteligencia y acierto".
El autor cita además a César Viale, quien en Estampas de mi tiempo confirma lo anterior: "El tango no había llegado aún al centro, andaba por los arrabales; cuando más se bailaba entre hombres en las veredas, frente a los conventillos, al compás de los organitos con ruedas conducidos por sus propietarios, napolitanos y calabreses de melena renegrida y lustrosa".
Otro notable investigador, Horacio Ferrer, es de la misma opinión, aunque le agrega un matiz. "Algunos cronistas -afirma- sostienen que en estos comienzos el Tango es bailado entre hombres. Debemos decir mejor que también se baila entre hombres, porque siempre, hasta hoy, ha sido bailado por parejas de varones, pero en casi todos los casos como entrenamiento para luego bailarlo con mujeres. También en la posterior época de los cabarets, mientras esperan a los clientes, las mujeres bailaran entre sí."

Inicio de la mujer en el baile
La mujer se plegó a la danza inmediatamente en las piezas cuarteleras, los burdeles, los peringundines y las academias. Pero no seria hasta alrededor de 1904 cuando las damas de los barrios populares se atrevieron a bailarlo.
Entre las primeras, a pesar de gozar de gran fama en el arrabal porteño, la tradición oral y alguna perdida crónica apenas han dejado nombres o sobrenombres: la Parda Refucilo, Pepa la Chata, Lola la Petiza, la Mondonguito, María la Vasca, la China Venicia, María la Tero, Carmen Gomez, la Parda Flora y la famosísima rubia Mireya, que actuó en locales de muchos barrios porteños. Mireya, también conocida como la Oriental porque nació en Uruguay, inspiró dos tangos: Tiempos viejos, de Manuel Romero y Francisco Canaro, y La rubia Mireya, de Augusto Gentile.
Pero el tango como danza no quedaba limitado a los bajos fondos o a sus ambientes cercanos. Se extenderá a los barrios proletarios y seria la alegría de bodas, cumpleaños y fiestas de todo tipo.
Al respecto Benarós hace un acertado comentario, que es el reflejo de tiempos en los que la danza transita desde el bajo hacia la aceptación popular. "La vergüenza de las mujeres, los decires presumiblemente zafados; el tango como espectáculo callejero; el halago del compadrito, al sentirse observado y elogiado. El tango tiene todavía tacha de infamia, presunción de danza de burdel, para escándalo de las familias. Bailarlo es, de algún modo, contaminarse de ese origen.
Después vendrá el baño lustral, sucederá la adecentada coreografía, será aceptado en las mejores familias. Y de alguna manera, dejará de ser, un poco, el tango prepotente, desafiador y alegre de los orígenes, para teñirse de cierta ablandadora sentimentalidad, fugándose cada vez más de los pies del bailarín para alojarse casi definitivamente en los oídos..."


Astor Piazzolla:
Ástor Pantaleón Piazzolla nació en Mar del Plata en 1921, cuando esa ciudad de la costa del Atlántico, 400 kilómetros al sur de Buenos Aires, era aún un balneario aristocrático. A los tres años se mudó con sus padres de origen italiano a Nueva York. Tenía ocho años cuando por primera vez tuvo entre sus manos un bandoneón. En 1936 volvió a Mar del Plata, donde formó sus primeros conjuntos musicales, y en 1938 se mudó a Buenos Aires. Pasó brevemente por varias orquestas y se incorporó finalmente a la de Aníbal Troilo. Allí fue bandoneonista de fila y arreglista. Troilo lo tuteló (le llamaba Gato), pero a la vez recortó su vuelo para que Piazzolla se ciñera a los límites estrictos del estilo de la orquesta.
En 1944 abandonó la orquesta de Troilo y pasó a dirigir la que acompañó al cantante Francisco Fiorentino. Desde allí comenzó a desplegar su creatividad. Al poco tiempo, creó su propia orquesta. Entre las piezas que interpretó en esta etapa se distinguen cinco composiciones propias que ya definían su estilo, entre ellas la titulada, con intencionalidad seguramente, Prepárense.
En los primeros años cincuenta pensó seriamente en abandonar el tango para dedicarse a la música clásica y con ese fin se fue a París donde estudió con Nadia Boulanger, quien lo convenció de que debía volver al tango. En París en 1955, grabó entonces 16 temas, la mayoría propios, con las cuerdas de la Orquesta de la Ópera de París, Martial Solal al piano y él mismo en el bandoneón.
A su regreso a Buenos Aires, creó una orquesta de cuerdas y bandoneón, y su famoso octeto, con los que estrenó tangos clave de su repertorio, como Tango del ángel y Tres minutos con la realidad, mientras reinterpretaba partituras de otros compositores del género.
En 1958 volvió a Nueva York, y tras un fracasado intento de fusión tango-jazz, que él mismo criticó con gran dureza, volvió a Buenos Aires en 1960 y creó otra de sus grandes formaciones, el Quinteto Nuevo Tango (bandoneón, violín, piano, guitarra eléctrica y contrabajo). Con ese grupo estrenó tangos como Revirado, Adiós Nonino (dedicada a su padre), Buenos Aires hora cero, Muerte del ángel, que serían de los tangos piazzollianos más recordados e interpretados en las décadas siguientes.
Compuso más de 700 obras, algunas para el teatro, el cine y para ser grabadas. Es famosa su cantata María de Buenos Aires.
En 1965, el quinteto actúa en Nueva York y ese mismo año graba en Buenos Aires tangos compuestos sobre poemas del escritor Jorge Luis Borges con el cantor Edmundo Rivero y el actor Luis Medina Castro. Después, Piazzolla se asocia con el poeta Horacio Ferrer y con la cantante Amelita Baltar, con quienes crea los tangos más populares de su repetorio: Chiquilín de Bachín y Balada para un loco. En los primeros años setenta, Piazzolla se va a Italia. Allí estrena obras más ambiciosas como Balada para mi muerte (con la cantante Milva) y su Suite troileana, conmovido homenaje a su maestro; También graba otras obras como Persecuta, y una versión orquestada de Libertango (ver Discografía), entre otras. En los años posteriores, compone nuevos tangos y vuelve a aproximarse al jazz, mediante un disco grabado con el saxofonista Gerry Mulligan.
Durante los 80's vuelve a conformar su "Quinteto del Nuevo Tango" (el mismo de los 60's) con el cual graba varios discos, entre ellos: Tango: Hora cero (mayo de 1986), The Rough Dancer and the Cyclical Night (1989), La Camorra (mayo de 1988), además de su participación en el Festival de Jazz de Mountreaux, Suiza (julio de 1986).
A principios de 1989, forma su último conjunto, el Sexteto Nuevo Tango, de composición inusual: dos bandoneones, piano, contrabajo, guitarra eléctrica y violoncello. En 1990, en París, sufre una trombosis cerebral, y dos años más tarde muere en Buenos Aires.